Lo sagrado y lo profano entre la religión, el mito y la historia en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez

المقدس و المدنس بين الدين و الأسطورة و التاريخ في مائة عام من العزلة للكاتب غابرييل غارسيا ماركيز

Le sacré et le profane entre religion, mythe et histoire dans Cent ans de solitude de Gabriel García Márquez

The sacred and the profane between religion, myth and history in One Hundred Years of Solitude by Gabriel García Márquez

Fatma KHELIFA et Zoubida Khelladi Hamza

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Référence électronique

Fatma KHELIFA et Zoubida Khelladi Hamza, « Lo sagrado y lo profano entre la religión, el mito y la historia en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez », Aleph [En ligne], 9 (2) | 2022, mis en ligne le 26 mai 2022, consulté le 21 décembre 2024. URL : https://aleph.edinum.org/6049

Gabriel García Márquez en su obra Cien años de soledad nos presentó una serie de acontecimientos sagrados y profanos como elementos claves para el entendimiento de la evolución de la raza humana. La novela es la encarnación de la cultura cristiana y como ésta experimentó cambios profundos a lo largo de la historia de la humanidad, porque la novela es el reflejo de un contexto religioso, social, histórico y geográfico. Márquez pone de relieve la oposición sacro-profana en su obra, para ilustrar la diferencia entre las actitudes humanas en las sociedades tradicionales y su progresión ideológica en las sociedades modernas.

يعرض لنا غابرييل غارسيا ماركيز في روايته "مائة عام من العزلة" سلسلة من الأحداث المقدسة والمدنسة كعناصر أساسية لفهم تطور الجنس البشري، حيث تعتبر الرواية تجسيدا للثقافة المسيحية التي خضعت لتغييرات عميقة عبر تاريخ الإنسانية، هذا لأن الرواية هي انعكاس لسياق ديني واجتماعي وتاريخي وجغرافي. يسلط ماركيزهنا الضوء على التباين بين المقدس و المدنس لتوضيح الفرق بين المواقف البشرية في المجتمعات التقليدية وتطورها الأيديولوجي في المجتمعات الحديثة.

Dans Cent Ans de Solitude, Gabriel García Márquez a présenté une série d'événements sacrés et profanes comme des éléments importants pour comprendre l'évolution de l'humanité. Le roman, qui est un reflet du contexte religieux, social, historique et géographique, est l'incarnation de la culture chrétienne et de la façon dont elle a subi de profonds changements tout au long de l'histoire de l'humanité. L'œuvre de Márquez met en lumière la diversité entre le sacré et le profane afin d'illustrer la différence entre les attitudes humaines dans les sociétés traditionnelles et leur progression idéologique dans les sociétés modernes.

In One Hundred Years of Solitude Gabriel García Márquez has presented a series of sacred and profane events as important elements for understanding the evolution of the humanity. The novel which a reflection of religious, social, historical and geographical context, is the embodiment of Christian culture and how it underwent profound changes throughout the history of humanity. The work of Márquez shed the light on the diversity between the sacred and profane in order to illustrate the difference between human attitudes in traditional societies and their ideological progression in modern societies.

Introducción

En Cien años de soledad el autor nos reveló una serie de acontecimientos religiosos, históricos, políticos y económicos creados de una base mitológica hebrea, de la mitología de la cultura griega y de la cultura ibérica. Entonces, para entender mejor la concepción y la oposición de lo sagrado y lo profano, era imprescindible saber las múltiples realidades y significados del mito, y como se manifestó en la vida del ser humano, tanto arcaico, como moderno.

La diferencia entre lo sagrado y lo profano es un tema poco resuelto aún, por ello no intentamos ser nosotros a presentar aquí una visión completa y definitiva sobre el mismo. Así, el propósito de este trabajo consiste en investigar sobre algunas oposiciones entre lo sagrado y lo profano y su relación con la religión, el mito y la historia en la novela Cien años de soledad del autor colombiano Gabriel García Márquez, abordando específicamente los desarrollos antropológicos de la teoría de Emile Durkheim y Mircea Eliade, para luego considerar los abordajes de los sociólogos como Xavier Zubiri, desde una perspectiva eminentemente social.

1. Lo sagrado y lo profano

Según las definiciones de Mircea Eliade, el concepto de lo sagrado equivale a todo hecho o acto que manifiesta una realidad divina que no corresponde con una creación humana; mientras que el mundo profano, el cosmos completamente desacralizado, es un descubrimiento reciente del espíritu humano. De hecho, según el mismo autor, la oposición sacro-profano se traduce a menudo como una oposición entre real e irreal o pseudo-real. (Eliade 2014: 12).

El contraste entre lo sagrado y lo profano es la ruptura de un tiempo a otro, de un espacio a otro y de un sentimiento a otro. Profanar es violar la ley divina y sacar un acto de su función santificada a la vida corriente del ser humano. Así, lo profano nace a partir del rechazo del hombre de respetar las leyes divinas, porque no está complacido de su modo de ser, aunque cree en la existencia de Dios: «Hay pecado cuando delante de Dios, o teniendo la idea de Dios, uno no quiere desesperadamente ser sí mismo, o desesperadamente quiere ser sí mismo». (Kierkegaard 1999: 117).

Lo sagrado y lo profano no son cuestión de oposiciones y contrariedades, entre lo religioso y lo irreligioso, entre el bien y el mal. Lo sagrado y lo profano son un campo de estudio muy amplio, cada plano incluye en sí diferentes conceptos, mitos y modos de vidas sociales y culturales. Como lo afirma Xavier Zubiri: «Lo sagrado y lo profano están en perpetuo canje». (Zubiri 1993: 22).

Para el sociólogo y antropólogo francés Emile Durkheim, lo sagrado y lo profano son dos términos diametralmente opuestos, dos mundos incomunicados y, radicalmente apartados, y explicó que la ruptura entre el bien y el mal, es la ruptura entre lo sagrado y lo profano. Eso quiere decir que lo sagrado se relaciona, solamente, con la esencia de la religión, mientras lo mundano o lo social recae, precisamente, sobre lo profano.

El filósofo y antropólogo español Xavier Zubiri contradijo el análisis antropológico de Durkheim, ya que lo sagrado debe analizarse en dos vertientes, por un lado se refiere a lo religioso, lo santo y divino, y por otra parte a lo mítico, lo virtuoso y lo respetable. Entonces, lo profano no se opone a lo sagrado, sino a lo religioso:

Qué duda cabe que lo sagrado interviene en toda religión. Pero interviene en toda religión porque es religioso, porque es plasmación de la religación. No es religioso porque sea sagrado, sino que es sagrado porque es religioso. De ahí que lo sagrado no se opone a lo profano; a lo que lo profano se opone temática y formalmente es a lo religioso. (Ibid: 92).

En la mayoría de los estudios e investigaciones recientes la palabra “sagrado” se refiere a todo lo consagrado, lo culto y a la religión y sus misterios. Generalmente, lo sagrado se relaciona, principalmente, con la religión y ésta es la primera impresión que tiene cualquier investigador sobre el término, pero si hacemos un viaje hacia las antiguas civilizaciones y lenguas, como el griego y el latín, encontramos una interpretación secreta sobre otras significaciones y connotaciones:

En griego están hierós y hagios, pero mientras la primera significa sagrado en lo que tiene de referencia a lo divino como fuerza y luz, la segunda, hagios, implica también la acepción de maldito. En latín sucede algo parecido, pues si bien sanctus corresponde al concepto de sagrado y santo, así como al de respetable y virtuoso, la palabra sacer, de la que provienen sacro, sacerdote o sacrificio, también conlleva el significado de maldito, execrable o consagrado a los dioses infernales. (Sendón de León 2020: 1).

El análisis de Xavier Zubiri y Victoria Sendón de León demuestra que lo sagrado tiene tres concepciones. La primera es su representación de lo religioso, que está purificado y protegido de cualquier contagio profano. La segunda concepción se refiere a los hechos humanos venerables y las prácticas rituales consagrados en el curso del tiempo, es decir sacralizar lo profano, la tercera concepción que posee el valor de lo sagrado, son los actos malditos de héroes maléficos y dioses infernales.

2. Lo sagrado y lo profano entre el mito y la historia en Cien años de soledad

El mundo narrativo de Gabriel García Márquez vacila entre dos planos, que, a su vez, marcan la modalidad estructural de Cien años de soledad. Por una parte, tenemos una concepción que representa el tiempo circular detenido, modelos ejemplares y eternos, aquí nos enfrentamos a la dimensión mítica de los arquetipos universales que influyen en la vida del hombre de las sociedades primitivas o prehistóricas. Por otra parte, nos referirnos al plano histórico manifestante cronológico, evolutivo y progresivo que posee la vida social y corriente del ser humano.

El mito no es un simple relato literario, y no se debería entenderse o calificarse como una necesidad del artista para crear o inventar nuevas historias, ni una fábula o un texto fantástico que no tiene ninguna realidad. Existen mitos específicos, su origen es sagrado y religioso y otros tienen relación con lo cultural, lo político y económico. El mito transmite la realidad de los héroes y los hombres, nos enseña sus orígenes y sus creencias, vida y muerte, su creación y destrucción: «El mito es una historia que relata cómo el mundo y el hombre han sido creados y han comenzado a existir». (Larrión Cartujo 1992: 238).

Entonces, el mito revela historias del comienzo de las cosas, de su originalidad y de las creencias y mentalidades, que definen la realidad natural de los objetos existentes en nuestro universo. La mayoría de los mitos provienen de la cultura griega y de las diferentes religiones celestiales: «Los mitos son relatos dramáticos que forman una carta constitucional sagrada por la que se autoriza la continuidad de instituciones, costumbres, creencias y ritos antiguos, allí donde son comunes, o se aprueban sus modificaciones». (Graves, Patai, 2018: 11).

Los mitos se apoyan sobre documentos sagrados, relatos de viviendas y costumbres sociales antiguos. La mayoría de ellos sobrevivían hasta la actualidad, porque los hombres, a lo largo de la historia necesitaban apoyarse en este pilar narrativo y mitológico para saber de dónde vienen y hacia qué futuro se encaminan: « […] el mito siempre ha servido para validar, de modo claro y conciso, leyes enigmáticas, ritos y costumbres sociales». (Ibid: 12).

Gabriel García Márquez en su obra nos ha ofrecido breves muestras de las riquezas culturales de diferentes civilizaciones y mitologías de las sociedades primitivas. Los mitos fueron expuestos bajo una alegoría simbólica de personajes extraordinarios y sobrenaturales. Este retorno temporal del autor fue representado, implícitamente, en la obra como una respuesta sobre los problemas metafísicos, religiosos y sagrados del ser humano a lo largo de la historia.

Los mitos constituyen la base de la vida personal e intelectual del autor, porque ha vivido en medio de una familia que creó en la magia, el mito y la superstición. El autor comenzó el relato de su obra con el gran mito del Génesis, pasando por otros relatos míticos como los castigos sobrenaturales (la peste del insomnio, el olvido y el diluvio) hasta llegar a la decadencia o el mito del caos universal: «Es evidente que la novela en total está estructurada sobre el modelo proporcionado por el arquetipo del ciclo cósmico: creación, desarrollo, destrucción». (Mena 1979: 18).

En la historia se presentó los problemas políticos, económicos y sociales de Colombia en especial y la problemática de América Latina en general. Mientras en lo mítico, el autor nos presentó una familia de siete generaciones parecida a las generaciones bíblicas. Los acontecimientos y personajes históricos estuvieron encajados dentro de modelos arquetípicos, actuando como los profetas en el antiguo testamento. Entonces, la historia constituye una parte integrante del mito, o como afirmación de la búsqueda incesante del hombre moderno, es decir de su ser real a través de los tiempos míticos u originales.

3. El proceso de la sacralización y desacralización

Las definiciones de lo sagrado y lo profano nos relacionan con la cultura y la espiritualidad establecidas en las sociedades primitivas y modernas. Lo sagrado está presente en todas las religiones, que constituye la obra perfecta de Dios; o como se dice, las hierofanías: sean los astros (estrellas, planetas, el Sol y la Tierra), los fenómenos naturales (la lluvia, el viento, los terremotos, etc.). Mientras lo profano se asocia a los acontecimientos de la historia protagonizados por la humanidad; es decir, los hechos humanos y las obras realizadas a partir del orden establecido por Dios o la reestructura de la obra perfecta de Dios.

Incluso, dentro de cada religión, las hierofanías no siempre fueron tenidas como tal a lo largo de la historia de esa religión. Hay hechos que, de profanos - sin sentido religioso - pasan a ser sagrados, y al revés, de sagrados pasan a ser profanos. Por ejemplo, los hechos naturales, como las tormentas, se pueden explicar desde el punto de vista científico y no ya religioso, o no solamente religioso. Es decir, se prescinde - total o parcialmente - del concepto de creación divina. Así, todo lo que se explica mediante la religión es sagrado. En cambio, toda explicación realizada a través de la ciencia es profana.

Podemos tomar un ejemplo en la novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, cuando apareció el fenómeno de la amnesia. Veamos: los habitantes de Macondo iban olvidando la denominación de los objetos, sus propios nombres y hasta su propia identidad. Entonces, decidieron luchar contra este fenómeno anotando el nombre de cada objeto, a la par que a la entrada del camino de la ciénaga pusieron un cartel donde decía Macondo, y otro más grande en la calle central el cual decía Dios existe (Márquez 2016: 64). Así, se podría afirmar que el pueblo de Macondo percibió la existencia de Dios mediante argumentos religiosos y sintiendo la unión del alma humana con el ámbito sagrado.

Sin embargo, este hecho sagrado se convirtió en profano cuando el pueblo ya había sanado de su dolencia, mediante la ayuda de Melquíades. Fue entonces cuando José Arcadio Buendía, a través del daguerrotipo (aparato fotográfico) intentó obtener la prueba científica de la existencia de Dios, valiéndose de un complejo proceso de exposiciones superpuestas tomadas en distintos lugares de la casa, estando seguro de elaborar -tarde o temprano- el daguerrotipo de Dios, si es que existía; o poner término de una vez por todas a la suposición de su existencia. (Ibid: 71).

Cuando examinamos una serie de concepciones bíblicas, entendemos mejor la idea representada por Gabriel García Márquez. En el antiguo testamento de la tradición cristiana Dios dijo: “«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; […]»”. (Génesis 1: 26), a partir de esta idea explicaremos la concepción de José Arcadio Buendía como hombre moderno, profano o irreligioso que quiere tener una prueba científica de esta semejanza, ya que como el hombre fue creado a la imagen de Dios, pues para él se puede hacer su daguerrotipo como lo ha hecho con los miembros de su familia.

Este acto irreligioso del personaje José Arcadio Buendía resultó la suspensión de la concepción sagrada caracterizada por la convención del hombre tradicional de que Dios existe. Esta convención surgió a través de las concepciones metafísicas y los diferentes símbolos, ritos y mitos que expresan la realidad de las cosas y los objetos extrahumanos que rodean el hombre durante su ciclo de vida.

Márquez a través de este escenario nos presentó la abolición del tiempo sagrado y la proyección del tiempo profano del personaje José Arcadio Buendía, quien se dio por vencido, por no poder hacer el daguerrotipo de Dios: « […] José Arcadio Buendía renunció a la persecución de la imagen de Dios, convencido de su inexistencia, y destripó la pianola para descifrar su magia secreta». (Ibid: 80). Así podemos decir, que los argumentos y las conclusiones científicas se han apoderado a la religión.

Esta necesidad profunda de tener pruebas científicas de la existencia de Dios ha excluido a José Arcadio Buendía de toda acción dotada de un sentido real, entonces, Dios no se manifiesta en el mundo que le rodee, de montañas, ríos, árboles, las enormes piedras, etc. Ya que, para un hombre arcaico todas estas obras tienen un plano y una forma cósmica superior que sirven como modelo ejemplar de todas las obras realizadas por parte del ser humano: « […] el mundo que nos rodea, civilizado, por la mano del hombre, no adquiere más validez que la que debe al prototipo extraterrestre que le sirvió de modelo. El hombre construye según un arquetipo». (Eliade 2015a: 22).

La mayoría de las manifestaciones y actividades que, a lo largo de la historia del hombre primitivo, permanecen sagradas, con la evolución del espíritu humano vuelven profanas y sin sentido religioso, porque sufren un largo proceso de transformación y desacralización. Las guerras, luchas y conflictos, por ejemplo, en las sociedades o tradicionales constituyen un ritual, porque representan una lucha entre dos héroes míticos. Como lo sostiene Mircea Eliade en su libro El mito del eterno retorno dándonos el ejemplo del combate entre los dos hermanos míticos Seth y Osiris1 lo describe como un acto sagrado porque se conmemora como episodio cósmico y divino. (Ibid: 43).

Si examinamos la mayoría de las guerras acontecidas en el siglo XX en las sociedades modernas notamos que son manifestaciones profanas, porque no tienen una incidencia mítica, ni una reproducción de un acto primordial u original, ya que, por ejemplo, la ideología de la oposición de liberales y conservadores es una nueva mirada humana, que sigue las nuevas leyes de la sociedad contemporánea y de la historia y su evolución material y espiritual: « […] lo sagrado y lo profano son, ante todo, dos reinos heterogéneos (y contrapuestos) que se rigen por dos temporalidades. Lo profano es el reino de lo útil o de la vida cotidiana, regido por la lógica de supervivencia al ritmo de la economía y su temporalidad […]». (Viale 2013: 68-69).

Las leyes divinas, los mitos y ritos consagrados y conocidos en las sociedades primitivas no han podido durar eternamente. Las sociedades modernas han podido crear nuevos ideales, nuevas formas de vida y nuevas ideologías que se utilizan como un guía para la continuidad de la humanidad, pero lo sagrado interrumpa lo profano frecuentemente, porque no hay una vida totalmente sagrada, ni profana.

El hombre histórico o profano a veces conmemora actos míticos, cultos y ritos por nostalgia o necesidad: « […] lo sagrado es la interrupción deliberada de la vida profana y de su devenir a partir de pensar a ciertos objetos, entidades o lugares como sagrados a través de actividades rituales». (Ibid: 69).

Es cierto que a lo largo de las épocas históricas se dan ciertas evoluciones científicas, económicas, intelectuales y espirituales, pero el hombre sigue siendo él mismo en los diferentes períodos históricos. Hay aspectos que fueron consagrados desde el origen, tanto en las escrituras sagradas, como en los mitos y la vida corriente del hombre tradicional, pero siguen siendo esenciales en la vida del hombre moderno como: el matrimonio, el amor, la familia, la maternidad, la naturaleza, etc.: « […] para las sociedades tradicionales, todos los actos importantes de la vida corriente han sido revelados ab origine por dioses o héroes. Los hombres no hacen sino repetir infinitamente estos gestos ejemplares y paradigmáticos». (Eliade 2015a: 46-47).

Dietrich Von Hilderbrand afirmó que el hombre moderno no es esencialmente distinto del hombre griego, ni del hombre medieval, ni otro hombre de cualquiera época histórica a pesar de los avances tecnológicos e intelectuales. Consideró que los períodos históricos son unidades cerradas y homogéneas, totalmente diferentes unas de otras.

Mircea Eliade explicó que los hechos históricos contemporáneos como batallas, victorias o héroes que se conservaban en la memoria colectiva de una sociedad, a través de textos poéticos y literarios, fueron en su origen actividades que participaban en el tiempo profano, pero que se han transformado en hechos y personajes míticos. Esta mitificación va conforme con el valor histórico de ciertas personalidades históricas que no puede ponerse en duda: « […] El personaje histórico es asimilado a su modelo mítico (héroe, etc.), mientras que el acontecimiento se incluye en la categoría de las acciones míticas». (Ibid: 58-59).

Esta transfiguración y mitificación de las personalidades históricas se observa en modo completamente análogo en la obra de Gabriel García Márquez. Una de estas personalidades fue el pirata Francis: « Cuando el pirata Francis Drake asaltó a Riohacha en el siglo XVI». (Márquez 2016: 30). El mismo prestigio mítico aureola a Alejandro Magno cuando el autor mencionó en las primeras páginas de Cien años de soledad: « […] la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia». (Ibid: 9) refiriéndose a la época del imperio de este personaje histórico y mítico. De esta manera asistimos, en cierta medida, a la metamorfosis de un personaje histórico en héroe mítico como lo afirma Mircea Eliade: « Si bien se puede sospechar que la transformación en mito de la biografía de Alejandro Magno tiene un origen literario». (Eliade 2015: 53).

Estos personajes históricos han adquirido otras significaciones al paso de los siglos, ya que a pesar del caos y la ruina que generaron durante un momento dado, pero se transformaron en personajes míticos. La mayoría de las novelas literarias del siglo XX revivieron las personalidades heroicas de siglos pasados, entonces, la historia original de este personaje se regeneró y, por ende, se convirtió en reactualización de un mito heroico primordial. Los poetas hebreos explicaban esto de la siguiente manera: «Para poder «soportar la historia», es decir las derrotas militares y las humillaciones políticas, los hebreos interpretaban los acontecimientos contemporáneos por medio del mito cosmogónico-heroico» (Ibid: 52).

4. Conmemoración de los prototipos originales

Reiteramos que lo sagrado no es necesariamente lo religioso, sino también lo mítico, lo reiterado, lo conmemorado, o la renovación de un acto original consagrado por Dios, por héroes o por antepasados. En las sociedades modernas no se han ignorado por completo los modos de vida del hombre tradicional, sino siempre hay un retorno temporal a estos tiempos remotos. Ya que a pesar de los avances tecnológicos y científicos el valor de las hierbas medicinales en las sociedades modernas sigue siendo provechoso como remedio de algunas enfermedades.

El valor de las hierbas se debió a un prototipo primario, fue usado en la antigüedad, y el hombre sea tradicional o moderno, al utilizar estas hierbas como remedio, repitió el acto primordial que generó la curación. Para los cristianos la hierba medicinal permaneció santa porque creció en la tierra, los hombres consagraron las diferentes hierbas, cada una con su uso y beneficiaron de su eficacia por haber curado plagas y enfermedades: «La eficacia de las hierbas recogidas sólo vale en cuanto quien las coge repite ese acto primordial de curación». (Ibid: 45).

Estas fórmulas de magia popular fueron representadas en la obra de García Márquez. Úrsula Iguarán, la mujer supersticiosa, a menudo repitió los actos que ha aprendido de sus antepasados, reconoció la eficacia de las hierbas y ha intentado usarlas como remedio de diferentes enfermedades en repetidas ocasiones, como la peste del insomnio: « Habían contraído, en efecto, la enfermedad del insomnio. Úrsula había aprendido de su madre el valor medicinal de las plantas, preparó e hizo beber a todos un brebaje de acónito». (Márquez 2016: 61).

Pasamos ahora a otro ejemplo diferente, siempre con el de las hierbas. Según Mircea Eliade todas las hierbas han sido sagradas en su origen cada una con su uso determinado, porque han tenido un modelo ejemplar de curar. Gabriel García Márquez nos presentó la mentalidad del hombre moderno mediante el personaje femenino de Úrsula Iguarán. El autor la ha puesto en estado puramente profano, porque ha intentado probar una sustancia para sanar a su hija adoptiva Rebeca de su enfermedad, sin tener un modelo ejemplar:

Úrsula se vio forzada a emplear recursos más drásticos. Ponía jugo de naranja con ruibarbo en una cazuela que dejaba al sereno toda la noche, y le daba la pócima al día siguiente en ayunas. Aunque nadie le había dicho que aquel era el remedio […]. (Ibid: 58).

El ruibarbo se usa en la antigüedad como hierba medicinal para usos específicos de algunas enfermedades. Así como hierba sagrada porque participa en un momento mítico, él de los antepasados. Pero el uso de la planta ha sufrido una desmitificación, mediante un esfuerzo personal de Úrsula para encontrar un remedio a favor de su hija adoptiva. La sustancia fracasó porque no repite una acción primordial de curación.

5. Lo sagrado y lo profano entre la memoria y el olvido

Mircea Eliade explicó que no todo personaje o acontecimiento se conservaba en la memoria del ser humano como prototipo mítico. Ya que los antepasados, solo se le recordaron un momento dado después de la muerte. Entonces la memoria individual no guarda los recuerdos, ya que el hombre moderno busca siempre la novedad e ignora el pasado: « […] El interés por la reversibilidad y la «novedad» de la historia es un descubrimiento reciente en la vida de la humanidad». (Eliade 2015: 64).

Esta concepción fue desarrollada en la obra de Márquez con dos acontecimientos muy importantes. Primero, el autor explicó el comportamiento del hombre moderno mediante la primera muerte de Melquíades y como lo olvidó José Arcadio Buendía, aunque les unió una vieja amistad. El autor en su obra ha puesto en escena la muerte de Melquíades como si fuera la conclusión de la historia de este personaje, porque la supervivencia del muerto en la memoria de José Arcadio Buendía cese después de su muerte: « Se sintió olvidado, no con el olvido remediable del corazón, sino con otro olvido más cruel e irrevocable que él conocía muy bien, porque era el olvido de la muerte». (Márquez 2016: 66).

En las sociedades modernas la supervivencia impersonal del difunto y su recuerdo por los vivos quedó limitada, pues la muerte constituye el final de la historia del hombre. Entonces el olvido representó para Mircea Eliade “la verdadera muerte” y para Márquez la “otra muerte”: « […] después de muchos años de muerte, era tan intensa la añoranza de los vivos, tan apremiante la necesidad de compañía, tan aterradora la proximidad de la otra muerte que existía dentro de la muerte». (Ibid: 99).

Segundo, otro acontecimiento que no se conservaba en la memoria individual de la última generación de los Buendía (el último Aureliano y Amaranta Úrsula), era la maldición de engendrar hijos con cola de cerdo, ya que, Úrsula Iguarán siempre advirtiendo a sus hijos y sus descendientes, que toda pareja que tenía en las venas la misma sangre, sus hijos saldrán con cola de puerco. Aureliano Babilonia estableció una relación con su tía Amaranta Úrsula y dieron luz a un hijo con cola de cerdo, porque la tradición de la familia no se ha conservado a lo largo de las siete generaciones.

Conclusión

Márquez a través de su novela nos presentó el origen del hombre y su perfecta relación espiritual con Dios y las demás criaturas de la naturaleza. Pero a lo largo de la novela notamos un cambio tremendo y un rechazo de los conceptos arcaicos y las relaciones que ha tenido el hombre con su origen. Los avances tecnológicos y científicos que conoció Macondo, años después de la creación, implicaron un cambio radical en el concepto tradicional.

En los primeros capítulos de la obra, el autor nos explicó que el mundo en que vivieron los personajes con todo lo que les rodeó, ha tenido que ser creado, estructurado y guiado por un ser superior a las diferentes criaturas existentes en la naturaleza. Pero, con el desarrollo de la narración no pudo menos de reconocer que algo falló en el camino, que el personaje principal José Arcadio Buendía y su pueblo recorrieron en busca de un instante progreso de las necesidades naturales y materiales del hombre.

El Mundo profano representado en la novela surgió a partir de una intencionalidad conducente a conseguir nuevos modos de vida. Pero este crecimiento tecnológico, cultural e espiritual afectó las relaciones del hombre con su creador, se cambiaron los conceptos religiosos, morales y sociales. Entonces, hablar de la dimensión sagrada y profana supone un estudio profundo de las diferentes religiones y culturas de la humanidad, porque no se trata de una diferencia manifestante y transparente, sino dos representaciones contradictorias y a veces complementarias entre sí. Aquí hay una verdadera dialéctica de ambos términos, porque con el paso del tiempo, posiblemente, todo acto aislado a la religión es capaz de haber sido sacralizado y desacralizado, dependiendo de cada cultura.

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1 Seth fue el rey de los desiertos egipcios, tenía celos feroces de su hermano Osiris, quien heredó las tierras fértiles del Nilo. Seth, logra

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1 Seth fue el rey de los desiertos egipcios, tenía celos feroces de su hermano Osiris, quien heredó las tierras fértiles del Nilo. Seth, logra encerrarlo en un cofre de madera para hacerlo desaparecer en las aguas del río. Pero Isis, la esposa de Osiris, decidió buscar el cofre y salvar a su esposo. Los dioses la vigilan y la ayudan a encontrar el precioso ataúd. Pero el juego aún no se ha ganado: Seth el diabólico cortó el cuerpo de Osiris en catorce piezas que esparció por todo el país para deshacerse de él para siempre y reinar finalmente sobre el Nilo.

Fatma KHELIFA

Mohamed Ben Ahmed - Université d’Oran 2

Zoubida Khelladi Hamza

Mohamed Ben Ahmed - Université d’Oran 2

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