La imagen de al Ándalus en la revista española Vida marroquí (primera mitad de 1934)

صورة الأندلس في المجلة الإسبانية فيدا ماروكوي (النصف الأول من عام 1934)

L’image d’Al-Andalus dans la revue espagnole Vida marroquí (première moitié de 1934)

The image of al Ándalus in the Spanish magazine Vida marroquí (first half of 1934).

Makhlouf Halloub

Makhlouf Halloub, « La imagen de al Ándalus en la revista española Vida marroquí (primera mitad de 1934) », Aleph [], 28 August 2024, 24 November 2024. URL : https://aleph.edinum.org/12653

La prensa española durante la Segunda República (1931-1936), especialmente la editada en las regiones del sur de España, mostró un notable interés por el período de al-Andalus, publicando numerosos artículos sobre la conquista, expansión, esplendor y caída de la civilización musulmana que allí se estableció durante varios siglos. Este interés se debe a la apertura mediática de la época y al deseo de recuperar los signos de identidad presentes en la historia pasada, como el al-Andalus olvidado. Además, se buscó evocar esta época floreciente para inspirarse en ella y superar el declive de la primera mitad del siglo XX. La sede de esta revista está en la ciudad española de Melilla, considerada el puente entre España y la tierra de muchos de los conquistadores que llegaron en 711. El objetivo de esta contribución es analizar la imagen del período de al-Andalus en la revista Vida marroquí.

الصحافة الإسبانية للجمهورية الثانية (1931-1936)، وخاصة تلك المنشورة في المناطق الجنوبية من إسبانيا، اهتمت بفترة الأندلس، ونشرت مئات المقالات المتعلقة بغزو وتوسيع وإزهار وسقوط الحضارة الإسلامية التي أنشئت هناك لعدة قرون. من بين أسباب هذا الاهتمام انفتاح وسائل الإعلام خلال هذه الفترة الديمقراطية والرغبة في استعادة رموز الهوية المستمدة من التاريخ الماضي، مثل الأندلس المنسية. كما سعت هذه الفترة المزدهرة إلى استلهامها للخروج من تدهور النصف الأول من القرن العشرين. يقع مقر هذه المجلة في مدينة مليلية الإسبانية، التي تُعتبر الجسر بين إسبانيا وأرض معظم الفاتحين الذين دخلوا عام 711. تهدف هذه المساهمة إلى تحليل الصورة التي كانت لفترة الأندلس في مجلة Vida marroquí.

La presse espagnole de la Seconde République (1931-1936), notamment celle publiée dans les régions du sud de l’Espagne, s’est intéressée à la période d’al-Andalus, en publiant des centaines d’articles sur la conquête, l’expansion, le rayonnement et la chute de la civilisation musulmane qui s’y était établie pendant plusieurs siècles. Parmi les raisons de cet intérêt figurent l’ouverture médiatique durant cette période démocratique et la volonté de récupérer les signes d’identité issus de l’histoire passée, comme celui de l’al-Andalus oublié. Cette période florissante et solide a également été évoquée pour servir d’inspiration dans le but de sortir du déclin de la première moitié du XXe siècle. Le siège de cette revue est situé dans la ville espagnole de Melilla, considérée comme le pont entre l’Espagne et la terre des conquérants arrivés en 711. Le but de cette contribution est d’analyser l’image de la période d’al-Andalus dans la revue Vida marroquí.

The Spanish press of the Second Republic (1931-1936), especially the one published in the southern regions of Spain, showed a keen interest in the period of al-Andalus, publishing hundreds of articles on the conquest, expansion, flourishing, and fall of the Muslim civilization established there for several centuries. This interest can be attributed to the media openness during this democratic period and the desire to recover the identity markers found in past history, such as the forgotten Andalus. The period of al-Andalus was also evoked to inspire a resurgence from the decline of the early twentieth century. The headquarters of this magazine is in the Spanish city of Melilla, considered the bridge between Spain and the land of many of the conquerors who arrived in 711. This contribution aims to analyze the image of the al-Andalus period in the magazine Vida marroquí.

Introducción

El periodo de al-Ándalus captó el interés de la prensa española de la Segunda República, particularmente la del sur, en la que no dejaron de suscitarse, en muchas ocasiones, alabanzas sobre la evolución acaecida en aquel entonces. También, en otras ocasiones, se lamentaba el contraste tan evidente entre dicho pasado floreciente y un presente decadente. La Vida Marroquí tenía muchas razones para interesarse en al-Ándalus por la cercanía tanto con Andalucía, sede de la civilización andalusí, como con el norte de África y el mundo oriental. Asimismo, fue testigo de los acontecimientos que dieron lugar a los conflictos entre España y Marruecos.

Todo ello nos lleva a plantear las siguientes problemáticas : ¿Cómo fue tratado el periodo de al-Ándalus en la revista La Vida Marroquí ? ; ¿Cuál era el objetivo de dicha revista al suscitar al-Ándalus en plena crisis socio-política española ?

Para responder a estas problemáticas, analizaremos los artículos publicados en la primera mitad del año 1934, enfocándonos en los comentarios de los artículos que trataron la presencia musulmana en España. Finalmente, presentaremos las diferentes perspectivas, tanto negativas como positivas, de los colaboradores de la revista respecto a al-Ándalus.

1. Publicaciones de los meses de enero a marzo de 1934

1.1. Publicaciones del mes de enero de 1934

Empezando por el primer artículo publicado el 28/01/1934, vemos que la revista trata las relaciones históricas entre las dos orillas del Mediterráneo, entre España y Berbería. En este sentido, se resalta la influencia recíproca entre ambas, que se fue fraguando desde el periodo de al-Ándalus. La revista insiste en la importancia de basarse en los ocho siglos de historia compartida entre las dos orillas durante el periodo andalusí para encontrar soluciones al problema del protectorado de Marruecos y, por consiguiente, fomentar las relaciones de buena amistad y cercanía.

Por añadidura, subraya que España debería ayudar a Marruecos a mejorar, declarando lo siguiente :

« Y esto, si España quiere sostener en Marruecos su prestigiosa autoridad, dentro de una común y fraterna comprensión, ha de cortarse de raíz, implantando con sus propias modalidades civilizadoras, nuevas y humanas normas que sirvan de fuerte lazo de unión entre protegidos y protectores, acallando odios y rencillas y sembrando el verdadero amor entre los que convivieron en nuestra patria, por espacio de ocho siglos, y aún han de convivir, aquí o allí, según disponga el Destino en el futuro de la Historia. » (Requena, 01/1934, p. 3)

La revista, otra vez, evoca al-Ándalus, considerando a los habitantes del norte de Marruecos como andaluces, al referirse al proceso de expulsión y destierro que sufrió la población de Andalucía, en particular tras los decretos de expulsión de los moriscos. Una expulsión que convirtió las costas de Marruecos en el primer destino de los huidos. Según la revista, España debe tenderles la mano para llevarles la civilización y el progreso, considerando este acto de ayuda como un gesto de fraternidad y gratitud, ya que los antepasados de la orilla norteafricana contribuyeron a crear una de las más maravillosas civilizaciones en tierras españolas. (Requena, 01/1934, p. 3)

Sin embargo, este reconocimiento va seguido de un cambio radical en la trayectoria del planteamiento de la revista cuando se publica un artículo hablando de las hazañas de España en la ciudad de Melilla. El periodista alaba la labor civilizadora de España en dicha ciudad ; al mismo tiempo, se insinúa que la ciudad durante el predominio musulmán se caracterizó por la inestabilidad y barbarie. El periodista agrega que gracias a la ocupación española, la ciudad conoció su mejor época de paz y civilización. De esta forma, es notoria la exclusión del papel fundamental que desempeñaron los andalusíes en la historia milenaria de dicha ciudad africana ; también es patente el desprecio con el que se refiere a ellos mediante el adjetivo despectivo de «el moro», describiéndolo como débil. En este contexto, el siguiente fragmento es ilustrativo :

« Cuando el viajero o turista llega por vez primera a Melilla, y desembarca en su puerto, aprecia, al instante, el esfuerzo realizado por España en esta plaza del Norte de África donde, por derecho propio, entronizó su soberanía. Las vicisitudes históricas han llevado a España a muchas peleas con el moro. Antaño allá y hogaño acá. Guerras civiles entre hermanos. Y fue Melilla y su zona el teatro guerrero antes, trocado hoy en lugar de paz y civilidad. » (Anónimo, 01/1934, p. 5)

En contrapartida, la revista, en el mismo número, publica un poema de Fermín Requena en el que es obvia la instrumentalización del periodo andalusí con fines ideológicos y económicos. Puesto que el autor, con la evocación de al-Ándalus, pretendía arrojar luz sobre la necesidad de España de fortalecer los lazos económicos y de intercambio con los países norteafricanos, recordándoles el pasado histórico compartido :

« Gentil y hermosa sultana, mitad nazarena y mora [...] Melilla, ciudad hermosa, por mitad mora y cristiana ; un trovero enamorado va a decirte su ilusión » (Requena, 01/1934, p. 13)

Por añadidura, y con la pretensión de crear un puente de buenas relaciones con Marruecos, un paso que pueda allanar el camino para la penetración de España en el continente africano, expone : « Que confundes a Marruecos con España en fuerte abrazo, que las luchas de los hombres nunca puedan desunir. » (Requena, 01/1934, p. 13)

En la misma línea, Francisco Carcaño ofrece un análisis de la arraigada historia compartida entre la orilla española y la africana. En este contexto, hace un llamado para consolidar más las relaciones, sobre todo de índole económica, proponiendo la construcción de un túnel submarino que relacione las dos orillas. No obstante, lo que es obvio en estos planteamientos es la remembranza, otra vez, de al-Ándalus, al subrayar la continuidad de la raza andalusí en España. Asimismo, subraya la fusión superviviente entre lo español y lo norteafricano desde el otrora periodo andalusí. En este marco, declara :

« Siempre entre España y Marruecos, de Monte Calpe a Sierra Bullones, que simbolizan el espíritu africanista, de los que llevamos alma española y sangre mora en las venas, y consideramos como algo que nos enlaza y nos une el estrecho que limitan las viejas y roqueñas columnas del « Non Plus Ultra ». » (Carcaño, enero 1934, p. 16)

La edición número dos de la revista se inaugura con un artículo de Verdejo Iglesias, en el que plantea cómo deberían ser las relaciones entre la orilla española y la berberisca. El periodista llama la atención sobre las recíprocas oleadas de emigración e inmigración entre ambas. En este marco, trae a colación el periodo fraterno andalusí. Esta evocación de al-Ándalus se ve justificada por la pretensión de restablecer la paz y la ayuda mutua con la costa africana, tras los acontecimientos sangrientos acaecidos a lo largo del primer tercio del siglo XIX.

Al-Ándalus es visto por el periodista como un modelo inspirador de tolerancia y convivencia. Teniendo en cuenta este aspecto, expresa :

« Fez, Orán y Tetuán, los tres vértices del triángulo de Berbería, tienen barrios españoles y espíritu ibero-bereber. Por eso, Marruecos y al-Ándalus tienen una misión común. »

En la misma línea, menciona que lo que une a las dos orillas es más de lo que las separa ; entre estos elementos unificadores cita la historia compartida, el mestizaje racial heredado desde al-Ándalus y las costumbres, entre otros. (Verdejo Iglesias, 28/01/1934, p. 3)

1.2. Publicaciones del mes de febrero de 1934

Con el mismo entusiasmo en el relato de la ejemplaridad de la vida andalusí, el periodista Tirso Camacho muestra en su artículo su interés y admiración por las maravillosas creaciones de los «moros» en Sevilla. En particular, menciona la Torre del Oro. Él describe la Torre como un elemento de orgullo para los andalusíes, y se refiere a ellos como valientes y talentosos. En la misma línea, el periodista no oculta su reconocimiento y su gratitud infinita hacia los andalusíes por haber dejado una huella inmortal y de gran valor artístico en España. En este aspecto, subraya :

« Torre del Oro famosa con majestades de diosa, de marino baluarte que, de la silueta hermosa de la leyenda y del arte, almenado monumento, que desde su firme asiento nos representa la historia de un periodo turbulento con sus trofeos de gloria. » (Camacho, 14/02/1934, p. 5)

Además de manifestar este reconocimiento, es obvio el sentimiento de orgullo por el papel protagónico que jugó España durante la presencia musulmana.

Nos parece pertinente mencionar otro artículo en el cual La Vida Marroquí comenta la belleza de la ciudad de Córdoba y su mezquita. En este aspecto, lo que más llama la atención es que considera a Córdoba como una ciudad musulmana. Respecto a la mezquita, el periodista, con gran admiración, afirma que Andalucía, a diferencia de las otras regiones españolas, tiene un peculiar sabor artístico, y esto es gracias a la habilidad de los andalusíes que dejaron vestigios de la grandeza de una civilización que se asentó en ella. En esta coyuntura, agrega :

« Y es que Córdoba, como Granada, como Sevilla, tiene su misterio y su embrujo, y todo ser, propio o extraño, que pisa sus geniales suelos, suelos creadores de artífices y artistas, siente el imperativo de su grandeza, y sin querer, como yo, va hechizado a beber en las fuentes de sus esplendores. » (Álvarez Ossorio, 25/02/1934, p. 5)

Los objetivos del periodista al señalar los aportes arquitectónicos y culturales sobrevivientes de los andalusíes musulmanes en España son : Primero, expresar el reconocimiento de la peculiaridad que otorgan a la región andaluza. Segundo, fomentar el sentimiento de armonía con los países musulmanes, sobre todo Marruecos, con el que se encontraba en pugna.

Seguidamente, muestra un lamento por la decadencia de Andalucía. En este sentido, menciona el proyecto de europeización y aculturación a la que fue sometida tras la caída de la civilización musulmana. Sin embargo, insiste en que las características musulmanas siguen refugiadas en obras de gran valor humanístico y arquitectónico, como la mezquita. Señala :

« Córdoba, aun a pesar de haber cubierto tus espléndidas líneas con atavíos europeizantes ; aun a pesar de haber rematado tus minaretes con la cruz cristiana, tú sigues y seguirás siendo siempre musulmana ; porque musulmanes fueron los que, al calor de su fe, te concibieron y desarrollaron el arte que representa un acercamiento a Dios. ¡Hoy, al mirar tus majestuosas líneas, tus infinitas columnas, me parece volver a escuchar la voz del Muecín, aunque hoy, convertida tu Mezquita en Catedral, suenen entre sus arcos las preces cristianas, que en mis oídos suenan a herejías. ¡Qué lástima de edificio ! » (Álvarez Ossorio, 25/02/1934, p. 5)

La dimensión andalusí, arraigada en los planteamientos de la revista, se patentiza aún más al expresar su desdicha por la torpeza y la ignorancia de las autoridades españolas, que no saben valorar el legado andalusí. Sobre todo, monumentos como la mezquita de Córdoba, que, según él, fue un error convertirla en catedral, y que su verdadero sitio sería «la mejor mezquita del mundo». Para ello, declara la siguiente cita : «En ninguna parte se conoce como Catedral, sino como Mezquita. ¡Cabe mayor ejemplo !» (Álvarez Ossorio, 25/02/1934, p. 5)

Luego, Álvarez Ossorio ofrece algunas propuestas y soluciones para lo que considera como injusticias históricas de los cristianos españoles hacia los musulmanes. Primero, propone devolver el estatus de mezquita a la catedral de Córdoba. Agrega que, gracias a este acto, Andalucía saldría beneficiada por tener el privilegio de contar con la mejor mezquita del mundo en tierras españolas. Segundo, esto serviría para fomentar las relaciones económicas con Oriente, y para motivar el turismo religioso, ya que centenares de musulmanes vendrían a visitarla.

El artículo termina con gran nostalgia por el desprecio español hacia la herencia andalusí, considerando que la Reconquista condenó a Andalucía y a Córdoba al cautiverio. (Álvarez Ossorio, 25/02/1934, p. 5)

Es notoria en este artículo la convicción de la supervivencia de los caracteres andalusíes, sobre todo en Andalucía ; por eso, hace un llamado a que se aproveche esta herencia para acercarse a Oriente. Incluso, para favorecer el turismo y promover la economía en una región agrícola y atrasada, que, por lógica, debería ocupar un lugar importante entre las regiones más desarrolladas si hubiera aprovechado su historia y la majestuosa herencia cultural y arquitectónica, especialmente la heredada de la era andalusí.

1.3. Publicaciones del mes de marzo de 1934

En el número 6, la revista publica un artículo sobre la Casa de Andalucía, el objetivo de su creación y cómo funciona. Gracias a esto, el periodista realiza una entrevista con D. Juan Álvarez Ossorio, una de las figuras más ilustres del andalucismo. En dicha entrevista, Álvarez insiste en relacionar el presente decadente de Andalucía en el primer tercio del siglo XX con el floreciente pasado medieval cuando estaba bajo el predominio musulmán, y donde desempeñó un papel ejecutivo y protagónico en la historia de la humanidad.

El líder andaluz, Álvarez, al ser preguntado sobre los organismos participantes en la Asamblea Andalucista, replica que participan todas las organizaciones que defienden los intereses de la región andaluza. La dimensión andalusí es omnipresente al declarar que todas dichas organizaciones emanan de principios de libertad, autogobierno y espíritu de liderazgo inspirados en la era andalusí. Agrega que estos valores impulsan al movimiento andalucista a reivindicar los derechos de la región. Asimismo, constituyen una base para los nacionalistas andaluces, encabezados por el mismo Blas Infante.

Por añadidura, el periodista se muestra admirado por la labor civilizadora de las enseñanzas del islam y los aportes de los grandes eruditos andalusíes cuyo pensamiento sigue vigente. Subraya :

« Por haber sido la madre creadora del espíritu autonomista que hoy se siente, la Junta Liberalista de Andalucía, donde están refugiados los más positivos valores de nuestro organismo y que inspira nuestro maestro don Blas Infante. ¡Mi veneración, andaluz insigne, iluminado por las luces del islam, enjugado en las fuentes de los filósofos árabes ! » (Romero Santibañez, 07/03/1934, p. 4)

La frecuencia con la que abordan el tema andalusí en sus planteamientos, los colaboradores de la revista reflejan la relevancia del pasado andalusí y su influencia en los acontecimientos militares, socioeconómicos e incluso identitarios de entonces, sobre todo en la región sureña y las colonias norteafricanas (Ceuta y Melilla).

Otra muestra del arraigo de la dimensión andalusí en el pensamiento de los periodistas de la revista es el artículo de Verdejo Iglesias, publicado en el número 7. Este periodista desentierra al-Ándalus al tratar el tema de la situación miserable de los marroquíes tras la colonización española. En este caso, considera a los marroquíes como los nietos de los andalusíes, a quienes España tiene el deber de proteger y ayudar a adquirir las nuevas herramientas de la civilización, en vez de explotarlos. Asimismo, una vez más, se dirige hacia los norteafricanos con una mirada de conmiseración por su destino, recordando su protagonismo de antaño, en donde, gracias a su habilidad artística, dejaron vivos los vestigios de una civilización inmortal. Agrega que el componente racial de las dos orillas es el mismo, porque los norteafricanos no son más que la extensión étnica de los andalusíes, pertenecientes a la Península Ibérica, y que fueron instalados en el Norte de África tras haber sido derrotados en 1492 y expulsados definitivamente en 1609.

El periodista reflexiona también sobre la necesidad de una reconciliación histórica de España respecto al «moro» ; expresa un llamamiento urgente para apoyarlo en materia agrícola, considerando este apoyo como una legitimidad histórica y racial. De esta forma, propone :

« Urge intensificar la vida del campo marroquí, haciendo grata en él la permanencia de los colonos, que, si hallan mejoras por la técnica agrícola, darán gran impulso, en unión de los moros, a todo lo que significa poner en producción el país. [...] Debemos mejorar la vida de la clase campesina, de esos moros humildes que cultivan el terruño sin otras luces que las viejas de su tradición y sin otras esperanzas que cosechar en torno a su choza unas migajas de cereal que apenas si dan para pan de cebada, azúcar y té. » (Verdejo Iglesias, 18/03/1934, p. 3)

Verdejo Iglesias, al final de su artículo, muestra por primera vez una postura optimista respecto a las relaciones entre España y Marruecos, es decir, entre el colonizador y el colonizado. No obstante, lo llamativo es considerar la era andalusí como la época en la que hay que inspirarse para un acercamiento sano y el establecimiento de la paz, porque en ella ambos países se hicieron un solo pueblo, fusionando la raza y la identidad. En este aspecto, señala :

« España y Marruecos : tienen semejanza de paisaje y de alma, de clima y producciones—ya que la flora española es africana—, de psicología y carácter de sus pobladores, pues el Ándalus es como un trozo de morería y todo Marruecos como una provincia del Ándalus, de una vida de convivencia y mezcla de sangre y apellidos, de idéntica finalidad racial, de rasgos étnicos y de costumbres, en fin, que deben llevar a moros y españoles a amarnos más y conocernos y tratarnos mejor, dejando a un lado los fusiles y cañones y trocándolos por herramientas de trabajo y vínculos solidarios de amor y de paz que llevan ese dulce sello de dicha y ese calor de civilización y humanidad. » (Verdejo Iglesias, 18/03/1934, p. 3)

En el mismo artículo, dedica un espacio para hablar de la preponderancia de Andalucía durante al-Ándalus, la cual logró imponerse y controlar las otras regiones cristianas. El periodista se muestra extrañado de la paradójica realidad entre un pasado glorioso y digno de la Andalucía musulmana, y un presente de decadencia y de dependencia de la Andalucía española.

En la misma línea, exalta a los sabios y eruditos andalusíes que contribuyeron a la grandeza de Andalucía. En especial, cita a Aben Badxa el Pace, que implantó en España las doctrinas de Aristóteles ; también menciona los aportes de intelectuales como Averroes ben Rod y Maimónides. Por añadidura, con el fin de reforzar los lazos entre los españoles y los marroquíes, evoca los aspectos de convivencia y auxilio mutuo ocurridos entre ambos durante al-Ándalus. Entre estos aspectos, cita el caso de Hisdai ben Xaprut, uno de los ilustres médicos andalusíes durante el Califato ; este último socorrió al rey cristiano Sancho de León y Castilla, y logró curarlo de la polisarcia matadora. En el mismo contexto, menciona a Samuel ha-Levi, un humilde cristiano que ascendió a un puesto importante durante el reinado del rey granadino Habus ben Mahzen. (Lea-Navas, 18/03/1934, p. 3)

2. Publicaciones de los meses de abril y mayo de 1934

2.1. Publicaciones del mes de abril de 1934

En el número 9, el interés de la revista por destacar los monumentos peculiares de Andalucía se intensifica al dedicar un artículo al gran valor artístico del Alcázar Real de Sevilla. En este caso, no deja de elogiar a los andalusíes por haber sido capaces de plasmar la grandeza de toda una civilización en la construcción de tal monumental palacio. Se hace una descripción detallada de la belleza del palacio, seguida por una idealización de la obra andalusí, expresando : «manos árabes, hábiles y morenas, labraron el joyel del Alcázar». (Gómez Tello, 1/04/1934, p. 5)

Además de esto, se hace un recorrido histórico, narrando el fracaso emocional de los andalusíes tras la Reconquista de Sevilla : «quizá sintiendo la angustia de Sevilla, perdida para ellos definitivamente con Al-Motamid». Se puede notar el descontento del periodista por la interrupción de un periodo de creatividad y de un florecimiento sin precedentes en la historia andaluza, debido a la irrupción cristiana : «pusieron en la piedra, en el oro de las sentencias, en la jardinería musicalizada . Añade :  

«[...] A orillas, pues, del Guadalquivir, que sacando el pecho anda refiriendo al Atlántico esta historia del arabismo lumínico, triunfal, eterno, de Sevilla». (Gómez Tello, 1/04/1934, p. 5)

La revista inaugura el número 11 con un artículo en el que se habla de la conferencia del poeta y escritor andaluz Fermín Requena, quien pone énfasis en la necesidad de convivencia entre España y su protectorado Marruecos, recordando el vínculo sanguíneo entre ambos. Requena, ante los dirigentes más importantes del protectorado, pronunció un discurso en el que narra los diferentes pueblos que se asentaron en Hispania ; no obstante, se enfoca en el periodo andalusí. En este sentido, elogia el papel civilizador de los andalusíes, refiriéndose al rango que ostentó Andalucía en dicha época, y expresa : «al invadirla los árabes y berberiscos que se asientan en Iberia donde fundan el famoso Califato de Córdoba, faro de civilización medieval, y luego los reinos taifas de Sevilla, Granada, etc.»

Se percibe que la era andalusí fue instrumentalizada por intereses políticos, con el fin de pacificar el descontento de la población del protectorado, recordándole la necesidad de que España gobierne Marruecos, aduciendo derechos históricos de ambos países. Por ello, llama a una unión para revivir el glorioso pasado medieval tanto para España como para Marruecos :

«Tierra de Andalucía, madre de cien poetas y gloriosos hombres que descollaron en todas las ramas del Arte, de las Ciencias y de las Letras». Y canta también a Marruecos, llamando hermanos a los musulmanes, especialmente a los bereberes del Rif, quienes junto con los íberos fueron las razas aborígenes de Iberia y Berbería, y quienes lograron para España renombre universal.» (Verdejo Iglesias, 22/04/1934, p. 5)

Adicionalmente, considera a los marroquíes como descendientes de los andalusíes, y se dirige a ellos con un discurso de gratitud por la huella que dejaron en tierras españolas, una huella que contribuye a situar a España como la cuna de una de las civilizaciones más grandes en la historia de la humanidad. (Verdejo Iglesias, 22/04/1934, p. 5)

Además de señalar la semejanza racial, en su número 12, la revista destaca otra característica de similitud entre los norteafricanos y la zona sur española, que es la música. Detalla que hay afinidad entre las canciones españolas y las de los habitantes del norte de África, afirmando que estos últimos han heredado las tonadas de generación en generación. En este tema, y respecto a la gran similitud tanto en las canciones como en los ritmos, señala :

«Ese es el motivo de la agradable sorpresa que sentimos muchos peninsulares cuando en tierras de Marruecos escuchamos algo íntimo que nos recuerda la Patria y la Raza. Y lo mismo le ocurre al moro cuando al oír el rasgueo de una guitarra al estilo andaluz asegura que esa misma música se la enseñaron sus antepasados.» (Jiménez de Buen, 29/04/1934, p. 5)

El mismo número (12) finaliza con la publicación de una conferencia pronunciada en honor a la celebración del tercer aniversario de la proclamación de la Segunda República. A tenor de esto, se dedica un gran espacio a hablar del protagonismo de España durante al-Ándalus. Luego, se narra el proceso expansivo de la Reconquista. (Verdejo Iglesias, 29/04/1934, p. 9)

2.2. Publicaciones del mes de mayo de 1934

Con la misma pretensión de fortalecer las relaciones entre España y Marruecos, se publica un artículo de Fermín Requena, quien otra vez evoca al-Ándalus, refiriéndose a ello como «palabra mágica» para poner fin a los desacuerdos. Este llamamiento se justifica por el aumento de los conflictos sangrientos que estallaron en el protectorado. En este contexto, la revista instrumentaliza el periodo andalusí, narrando que, a pesar de las diferencias raciales y religiosas, los componentes de la sociedad andalusí convivieron y se complementaron en tierras andaluzas.

Además de hablar de la gloriosa civilización andalusí, el periodista menciona las atrocidades de la Reconquista cometidas contra los que llama «hermanos», agregando que el flamenco no es más que la expresión de dolor y nostalgia de los andalusíes (fellah mengu), quienes fueron víctimas de la expulsión que causó dos fenómenos que condenaron históricamente a Andalucía. Primero, dejar eriales los vergeles andaluces. Segundo, la aparición del feudalismo después de que los reconquistadores acapararon grandes extensiones de tierra.

Tras hablar de la Reconquista, el periodista vuelve a tratar la entrada de los musulmanes. En este aspecto, afirma que hubo una combinación entre los conquistadores y los andaluces que dio lugar a un crisol racial peculiar, caracterizado principalmente por el talento artístico. Ofrece más detalles de esto al declarar :

«Al realizarse la invasión musulmana, los ejércitos de Tarik y Muza -bereberes y árabes- iban sin acompañamiento de mujeres. Allí tomaron por esposas a mujeres andaluzas, dando lugar con ello a la nueva raza creadora de un Arte, de una Literatura y de una Civilización.» (Fermín Requena, 16/05/1934, p. 8)

Terminamos nuestra reflexión sobre la dimensión e importancia que tuvo la época andalusí en los planteamientos de la revista con el siguiente fragmento en el que se idealiza dicho periodo, sobre todo, a la ciudad de Córdoba cuando era la capital de la civilización humana y la vela que iluminó el oscurantismo medieval en el que estaba sumergida Europa : «El solo nombre de Córdoba, una de las ciudades más bellas y sugerentes de Andalucía, basta para evocar uno de los magníficos períodos de la historia de España, en que la civilización árabe puso su sello de inconfundible carácter». (Iturralde, 27/05/1934, p. 5)

Conclusión

En este estudio, al comentar varios artículos sobre la trascendencia e impacto del periodo andalusí, hemos podido percatarnos de que, valiéndose de la historia de dicho periodo, cuando las dos orillas del Mediterráneo estaban bajo el mismo imperio musulmán, la revista pretende hacer un llamado a un cambio en las políticas de España respecto al Norte de África, y sobre todo su protectorado Marruecos. Se insiste en la necesidad de un acercamiento y una relación caracterizada por la armonía y el beneficio mutuo. Asimismo, es obvia la evocación del periodo andalusí como elemento histórico unificador tanto para España como para el norte de África. Todo ello con el fin de obtener beneficios económicos y facilitar una irrupción española en el continente africano a través del Norte de África.

Otra de las conclusiones a las que hemos llegado es que la idealización del periodo andalusí por parte de la revista tiene fines políticos e ideológicos, para calmar las voces en contra de la colonización española de Marruecos, al recordarles a estos la historia compartida durante al-Ándalus, y motivar a los auténticos marroquíes a colaborar con España para protegerlos y llevarles la civilización que habían perdido tras haber sido expulsados de España.

Álvarez Ossorio, J. (1934, 25 de febrero). Córdoba y su mezquita. Vida marroquí, (5), 5.

Anónimo. (1934, enero). Melilla - Su puerto. Su zona de protectorado. Vida marroquí, (1), 5.

Camacho, T. (1934, 14 de febrero). La torre del oro. Vida marroquí, (4), 5.

Carcaño, F. (1934, enero). Entre las columnas de Hércules. Vida marroquí, (1), 16.

Gómez Tello, J. L. (1934, 1 de abril). Romance del moro español. Vida marroquí, (9), 5.

Iturralde. (1934, 27 de mayo). Córdoba histórica. Vida marroquí, (15), 5.

Jiménez de Buen, E. (1934, 29 de abril). Folklore marroquí. Vida marroquí, (12), 5.

Lea-Navas, J. (1934, 18 de marzo). Hegemonía de « El Ándalus ». Vida marroquí, (7), 5.

Requena, F. (1935, 16 de mayo). Entre España y Marruecos, Andalucía. Vida marroquí, (14), 8.

Requena, F. (1934, enero). Melilla. Vida marroquí, (1), 13.

Requena, F. (1934, enero). Vida marroquí. Vida marroquí, (1), 3.

Romero Santibáñez, J. (1934, 7 de marzo). Por qué se ha creado y cómo funciona la Casa de Andalucía. Vida marroquí, (6), 3.

Verdejo Iglesias, F. (1934, 18 de marzo). Palabras de Tollot y juicios de Bocon sobre la verdadera colonización de un país de una civilización inferior. Vida marroquí, (7), 3.

Verdejo Iglesias, F. (1934, 22 de abril). La conferencia de nuestro director en Villa Alhucemas. Vida marroquí, (11), 5.

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Makhlouf Halloub

Alger 2

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